Estando al cargo del cuidado de niños su alimentación se ha vuelto una de tus prioridades. Sabemos que no siempre es fácil conseguir que coman saludable y que prueben nuevos productos, pero también que es importante intentarlo. Los hábitos que adquieren de pequeños son los que les van a acompañar en su edad adulta, por eso es necesario insistir en ellos.
Hay ciertos productos que por su apariencia, olor o textura no son atractivos para los pequeños. Pero también es verdad que, en ocasiones, una vez se ha superado la barrera de rechazo inicial descubren que les gustan. Por eso tu labor como madre o la de la empleada del hogar que les acompañe durante la comida ha de ser eliminar al máximo esos recelos iniciales.
Comer con los ojos
Una forma básica de conseguirlo es buscando mostrar el producto de la mejor manera posible. Todos ‘comemos con los ojos’, más aún los niños. Si lo que ven les genera rechazo va a ser mucho más difícil que quieran llevárselo a la boca. Diviértete creando elaboraciones vistosas y coloridas para ellos.
Las elaboraciones en puré y crema son un truco muy recurrido, porque no muestran el alimento real, pero mantienen todos sus nutrientes. También puedes ‘camuflar’ determinados alimentos en tortillas.
Otra forma es introducir un producto que pueda ser más conflictivo con otros que les encanten. Las verduras suelen ser las más complicadas, pero no cabe duda de que el brócoli o la coliflor entran mucho mejor acompañados de alguna carne o pescado que ya sepas que les gustan.
Introducir alimentos nuevos en su dieta puede ser especialmente conflictivo en algunos casos. Por eso has de tratar de buscar el momento más adecuado. Que sea un día que tengan hambre, que se estén contentos, evitar obligarles a comérselo si no quieren …
Como bien has aprendido en el cuidado de niños aprenden a través de lo que ven que hacen otros y si en casa no perciben que los mayores coman esos alimentos que tú les presentas es normal que se muestren reacios. Para conseguir que tus hijos tengan una alimentación sana es necesario que lo sea también la del resto de miembros de la familia. Si él ve como normal el consumo de determinados productos no le chocará tanto ni se mostrará receloso a la hora de comérselos.
Comer con ellos sin tensiones
Si los pequeños notan que hay tensión en el momento de sentarse a la mesa o que es motivo de discusión es habitual que acaben por no querer lo que le ofreces. Y tú, por desesperación, cedas ante eso que sabes sí quiere, aunque es muy probable que no sea ni lo más sano ni lo más recomendable. El momento de la comida ha de ser de distensión y disfrute para toda la familia. Procura compartirlo con ellos.
No hay que olvidar tampoco que la cocina es un espacio de convivencia y en el que poder divertirse. Probablemente tus hijos sean muy pequeños para ponerse al frente de los fogones, pero pueden ver cómo se prepara la comida, seas tú o la empleada del hogar la que la encargue. Les puedes pedir que te pasen algunos alimentos, preguntarles sobre ellos, que te echen una mano poniendo o recogiendo la mesa … y ellos se sentirán útiles ayudándote. Es una forma de hacer que se interesen por la comida y la alimentación.